Los médicos en el Hospital de la Universidad George Washington tratan la mayoría cánceres con cirugía, quimioterapia, radioterapia o alguna combinación de estos tratamientos.

Radiólogos intervencionistas a menudo trabajan con oncólogos para realizar los siguientes procedimientos mínimamente invasivos utilizando equipos de imágenes para tratar a muchos pacientes con cáncer.

Biopsia con aguja

Actualmente, muchos cánceres se diagnostican mediante una biopsia con aguja. Durante este procedimiento, los radiólogos intervencionistas utilizan técnicas de imágenes, como tomografía computarizada, rayos X, ultrasonido o resonancia magnética, para extraer una pequeña cantidad de tejido de un tumor y determinar si hay células cancerosas. Una alternativa a los procedimientos de biopsia quirúrgica convencionales, las biopsias con aguja pueden ser menos dolorosas y dar como resultado tiempos de recuperación más cortos

Ablación tumoral

La ablación tumoral implica técnicas de intervención que aplican calor, frío o productos químicos para destruir un tumor. Durante este procedimiento, los médicos usan imágenes de un escáner CT o una máquina de ultrasonido para ayudarlos a insertar una pequeña sonda tipo aguja a través de la piel y precisamente dentro del tumor. 

Alivio de las obstrucciones

Los radiólogos intervencionistas utilizan técnicas de imágenes para determinar dónde los cánceres han obstruido el flujo normal de orina o bilis. Tales obstrucciones pueden causar dolor, infección o incluso insuficiencia hepática o renal.

Mientras miran imágenes en una pantalla, los médicos insertan un catéter en el área obstruida para drenar el exceso de líquidos. También se puede insertar un stent en el órgano para evitar la obstrucción y permitir que los líquidos drenen normalmente.

Quimioembolización / Radioembolización

La embolización es un tratamiento que se usa para administrar quimioterapia o radioterapia a través de un catéter directamente a los tumores hepáticos. Si bien no es una cura, la embolización puede ayudar a prevenir el crecimiento de tumores hepáticos, preservando potencialmente la función hepática y una calidad de vida relativamente normal.

La embolización suele completarse en 90 minutos. A veces, el procedimiento se puede realizar de forma ambulatoria, pero la mayoría de los pacientes abandonan el hospital después de pasar la noche. La embolización se puede repetir muchas veces a lo largo de muchos años siempre que sea técnicamente posible y el paciente siga estando lo suficientemente sano como para someterse al procedimiento.